Hola amiguitas! Tras el éxito mundial de la primera entrega de "Cuentos Orientales", hoy os invito a leer un nuevo relato. Lleva como título: “¡Pero mira que pinta tan lamentable!”.
Erase una vez, en un país muy lejano, vivía una joven llamada Gwitney Paltrow. Gwitney tenía una familia maravillosa, un trabajo que le hacía feliz, una casita con jardín, un novio adorable… Sí, ella tenía todo lo que una chica de 23 años podía desear. Pero en su vida, había algo que le hacía profundamente infeliz…
-¡La madre que me parió! ¡Qué desgraciada soy, jolín!
Efectivamente, Gwitney se sentía desgraciada: Pesaba 97 kilos, algo que a muchos les parecía una verdadera aberración.
-¡Pero donde vas con 97 kilos, mamarracha!- Gritábanle los niños- ¡Vete a casa y no salgas más!
-¿Te has fijado?... -Comentaban sin disimulo las más cotillas- ¡Pesa 97 kilos! Pobrecilla, una pena, debería ir a un médico o algo…
-¡¿Dónde vas asín?!- Decíanle los obreros desde sus andamios- ¡Estás que das penica!!...
De este modo pasaba la vida de Gwitney. Entre el insulto y el desprecio, la joven se fue viniendo abajo… Nada importábanle ya su novio, ni su familia. Sumida en una profunda depresión, incluso abandonó su trabajo, jurando no salir jamás a la calle.
-¡Eso! ¡Pero mira que pinta tan lamentable! ¡Ya no pienso salir nunca más!
Así lo hizo. Pasado el tiempo, una tarde de verano, sonó el timbre de la casita con jardín. Al abrir la puerta Gwitney se encontró con una mujer madura que esperaba en el porche.
-Hola Gwitney, mi nombre es Concha Velasco, me mandan de asuntos sociales para ayudarte. No puedes seguir así. ¿Me dejas entrar?
Y la joven déjole entrar. Se sentaron en el jardín de la casita con jardín y, tras degustar unas galletas María con Nutella y un Cola-cao, Concha díjole así:
-Gwitney ¿Qué es lo que te ha lanzado a este pozo sin fondo?- Mirole a la chica fijamente, untó la galleta en el Cola-cao y continuó- Tenías una vida maravillosa, ¿por qué te has encerrado en ti misma de este modo?
-Por que todo el mundo me insulta por la calle… ¡Peso sólo 97 kilos! ¡Soy una esmirriada, un palo seco, una loncha de mojama! ¡Estoy esmirriada! -Gritó rompiendo a llorar.
Efectivamente amiguitas: en aquel país tan lejano, lo normal era pesar 150 kilos y no 97 como pesaba la esquelética Gwitney. Para aquel país, ella era una espina de bacalao. Sin pestañear, Concha Velasco díjole:
- Perdona que te diga pero la belleza está en ti misma. Tú eres la que ha de verse bella. Te contaré algo: existen países muy lejanos donde las mujeres usan una talla 36…
-¡Venga ya, por favor!
-¡Te lo juro por las mechas de Jeniffer Aniston!- Aseguró con un gesto serio- Y si me apuras, una 34... Vi en un documental que, en ese lejano país, las mujeres se introducen un tubo-aspirador en el cuerpo para sacarse la grasa…
-¡Usted está loca! – Gritó levantándose Gwitney- ¡Le ruego que salga de mi casa!
-¡Es cierto Gwitney! ¡Se llama liposucción!...
-¡Qué salga de mi casita con jardín! ¡Lo único que me faltaba! – Gwitney tomó del brazo a la mujer y la dirigió hacia la puerta vehementemente- ¡Encima de que yo estoy en un pozo sin fondo, asuntos sociales me manda a una psicópata! ¡Un aspirador de grasa! ¡Loca, más que loca!...
Así, Gwitney echó a la asistente social Concha Velasco de su casa y se quedó sumida para siempre en un pozo sin fondo, viendo sin parar “Amar en tiempos revueltos” y las reposiciones de "Verano Azul".
En la foto, servidora recapacitando sobre el cuento que acabo de escribir. Al fondo, un maravilloso bosque en Prezza, mi bella Italia.
Ya lo habéis visto amiguitas:la belleza es relativa. En Mauritania, ser bella radica en pesar 100 kilos, incluso hay clínicas para engordar a las jóvenes casaderas… En Bangladesh toman esteroides para conseguirlo... Mientras, en Vietnam, las mujeres más bellas son tan pequeñas, delgadas y blancas que parecen muñecas… Solo pueden ir descubiertas por la noche, de este modo evitan que les rocen los rayos de sol y no ser rechazadas... Entonces ¿Dónde radica la verdadera belleza? Unicamente son costumbres... Modas absurdas que nacen y mueren. Todo es relativo… Amiguitas, la belleza está en nosotras mismas, solo tenemos que encontrarla. Pero, sobre todo, defenderla...